domingo, 11 de febrero de 2024

 

That's all


Entre el atardecer y el amanecer.

De cualquier noche.

Escuchando los latidos de tu corazón.

Abrazados y en silencio,

sin motivo ni razón



Esto es todo

Between sunrise and sunset,

of any night,

listening to the beats of your heart,

embraced and in silence,

without motive or reason

lunes, 4 de septiembre de 2023

ENCUENTRO EN EL CIELO


Como siempre, el stress propio de cualquier viaje me tenía un poco preocupado. Ese día del mes de julio ya hacía bastante calor y eso añadía más presión a la tensión propia de cualquier viaje. Iba solo hasta Madrid y allí me reuniría con un amigo que iba a ser mi compañero de viaje por unos días. En Alicante había cogido un tren de alta velocidad con salida a una hora muy temprana con dirección a Madrid. La idea era de llegar pronto. Es decir: con tiempo suficiente a la estación de Atocha y poder ir al aeropuerto de Barajas con otro tren de cercanías. Un tren de cercanías cuya frecuencia y duración del trayecto desconocía a pesar de haber estado mucho rato buscando información en internet. Al llegar a la estación de Atocha tengo que preguntar dónde y cómo se toma el tren de cercanías para el aeropuerto. Como suele suceder, nada más llegar al andén, que me habían indicado, descubro que acaba de pasar mi tren y me toca esperar una media hora más para coger el siguiente. La espera se hace larga y pesada. Son muchos los trenes de cercanías que pasan por ese andén delante de mí y que no van al aeropuerto. Observo que no soy el único que está esperando un tren para el aeropuerto. Cada vez hay más gente con abultados equipajes que van llenado el andén. El tren me ha dejado en la terminal T4 de Barajas y yo tengo que ir a la T2. Miro mi reloj y me doy cuenta que tan solo me quedan 20 minutos para llegar a la puerta de embarque y todavía no he cogió el autobús que me va a llevar a esa terminal. Mi amigo me llama por teléfono preguntado donde estoy porque él ya está esperando en la puerta de embarque. Le cuento que voy en camino... Había quedado con mi amigo para coger un vuelo de Ryanair que nos llevaría a Las Palmas. A pesar de que habíamos comprado los pasajes a la vez, a la hora de hacer la tarjeta de embarque Ryanair nos cobraba un complemento por elegir los asientos. Como no estábamos dispuestos a pagar más... En la tarjeta de embarque nos asignan asientos separados. Me asignaron un asiento en el pasillo. En mi fila de tres asientos, un joven se sentó a mi lado derecho, mientras que otro joven dormitaba en el asiento contiguo apalancando su cabeza sobre la ventanilla. Estábamos en el verano del año 2022 y en el avión, todavía era obligatorio llevar las mascarillas que cubren nariz y boca, puestas debido al COVID. Una vez que la tensión del despegue, con el intenso ruido de los motores, la posición inclinada de ascenso y las vibraciones de la rodadura sobre la pista ha cesado, el avión recobra la posición horizontal y nos relajamos. Abato la bandejita del asiento y apoyo mi libro electrónico sobre ella mientras mi cabeza se relaja sobre la parte alta de mi asiento, trato de estirar mis piernas en reducido espacio de que dispongo y abro mi libro electrónico mientras elijo uno de tantos libros que tengo a medio leer. Es el momento de relajarse, y entretenerse como se pueda puesto que tenemos por delante más de dos horas de vuelo sentados en un reducido asiento y muy poco espacio para las piernas. Comienzo la lectura y apoyo mis brazos sobre los reposabrazos, me pongo cómodo. En ese momento, mi compañero de asiento de la derecha intenta lo mismo y noto su codo tratando de acomodarse, ante lo cual, muevo un poco mi brazo para dejarle sitio en el mismo. Hemos comenzado a leer, yo mi eBook, mi vecino de asiento un grueso libro que también apoya sobre la bandeja del asiento delantero que había desplegado. Durante el vuelo, nuestros brazos apoyados en el mismo reposabrazos se mueven y acomodan con los baches, rozándonos sin querer de vez en cuando. Sin embargo, lejos de separarnos, con cada bache que pasaba, el contacto entre nuestros brazos se hace más completo y se vuelve más intenso y prolongado. Empiezo a notar cierta sensación difícil de explicar, me recorre un hormigueo por todo el cuerpo y mi respiración se hace notar como en un estado de excitación y nerviosismo. Miro a mi alrededor..., a mi izquierda, al otro lado del pasillo, una señora de edad madura mira para todas partes como queriendo ver todo lo que sucede a su alrededor. A mi derecha mi compañero de asiento que cada vez amplia la intensidad del contacto sin retirarse ni un ápice de mi brazo... más allá el otro pasajero, un chico joven que duerme, o se hace el dormido, apoyando su cabeza sobre el hueco de la ventanilla. Llevamos un buen rato volando, ya sobre el mar... el paisaje es aburrido. Trato de estirar un poco las piernas en el reducido espacio del que disponemos. Llevo pantalón corto y mi rodilla se ha rozado con la de mi compañero que también lleva pantalón corto. Vuelvo a notar una ligera corriente que me recorre de arriba a abajo. De nuevo, el contacto casual y accidental por los movimientos de avión, se hace permanente y aumenta de intensidad. Le miro de reojo sin girar la cabeza..., vuelvo a mirar a mí alrededor... a ver si alguien nos está observando. Tenemos las bandeja bajadas y los libros apoyados en ellas y nuestro regazo... creo que no se ve nada desde fuera... comienzo a bajar mi mano derecha sobre mi rodilla y a la vez rozo su pierna, la parte externa de su muslo... estoy muy tenso y nervioso.., he bajado mi pierna y la he hecho pasar bajo la suya. Mi rodilla está bajo su muslo... la tensión interna entre nosotros es de alta intensidad. Noto que algo entre mis piernas se está haciendo más grande por momentos... Vuelvo a mirar a mi izquierda, la señora del otro lado del pasillo parece que está mirando hacia nosotros muy atenta.... De pronto, una azafata, en voz alta, pregunta: ¿HAY ALGÚN MEDICO EN EL AVIÓN? Y mi compañero se levanta pidiéndome que le deje pasar... le pregunto: ¿eres Medico? Me dice que sí y se va hacia el lugar donde estaba la azafata. A la zona del principio del avión. Veo que además de la azafata ha acudido otro joven y observo que en algún momento mientras asistía a la azafata que se había indispuesto, el otro, le pasa el brazo sobre el hombro. Pasan unos minutos, y tras un rato atendiendo a la azafata, mi compañero regresa a su asiento. En ese momento le observo y veo que se trata de un chico joven de no más de 28 años, bien parecido. Toma asiento y nos volvemos a acomodar. Pero en esta ocasión directamente pone su pierna sobre mi rodilla y nuestras manos se bajan disimuladamente sobre ellas y empezamos a jugar con nuestros dedos. Me embarga un deseo irresistible de ir más allá... avanzar mi mano por su entrepierna. Lo hago. Mi mano recorre milímetro a milímetro su muslo. Estoy en el umbral de su paquete... miro otra vez a mi alrededor. La señora de mi izquierda estaba atenta a nuestros juegos... pero me da igual. Empiezo al acariciar suavemente sobre el pantalón cuando a través del altavoz de megafonía se escucha: SEÑORES PASAJEROS, VAMOS A INICIAR LA MANIOBRA DE DESCENSO, ABROCHENSE LOS CINTURONES Y PONGAN SUS ASIENTOS EN POSICIÓN VERTICAL. En ese momento, sentí que se acababa el mundo... le miré y le dije ¿me das tu número de teléfono? Me dijo que sí. Le deje mi móvil y el anotó su número en mi agenda Poco a poco, nuestras piernas empezaron a rozarse disimuladamente. Sentimos corrientes eléctricas emocionantes recorriendo nuestro interior. 

miércoles, 27 de abril de 2022

 

EL CAMINO Y CAMINAR


El 24 de julio del año 2021 llegabamos a Santiago de Compostela.

Cargados con nuestra mochila, muy cansados, pero satifechos.

La llegada a Santiago se consumaba con la entrada a la plaza del Obradoiro, al son de una gaita gallega que animaba al viandante que pasaba bajo el arco que da acceso desde la Rua da Acibecheria .


Habiamos andado cargados con nuestra mochila, durante seis días, de cuatro a seis horas diarias.

Comenzando a andar con la oscuridad de la noche y viendo como los campos se iban iluminando a medida que avanzaba el amanecer. A veces abrigados por la niebla, a veces bajo la lluvia .


Nada nos distraia de una unica ocupación ; andar, y seguir andando.

Andar y andar, sabiendo que, en el camino, un paso andado era un paso menos para llegar a nuestro destino.

En las cuestas arriba, me veia obligado a hacer detenciones momentaneas forzadas por la falta de aire en mis maltrechos pulmones. Detenciones que me obligaban a soltar lastre pidiendo a mis acompañantes que siguieran a su ritmo y que yo ya los veria más adelante.

Caminando con un ritmo forzado de respiración, inclinado el cuerpo hacia adelante para hacer fuerza con los brazos y los bastones, mientras caen las gotas de sudor por la frente.

A veces me sentía culpable por no ser capaz de llevar el ritmo de mi acompañante. Cierto que habia 31 años de diferencia, pero yo habia estado entrenando varias semana antes.

Lo cierto es que cuesta abajo con fuertes pendientes, con sol, con lluvia, con niebla. Nada nos iba a detener. Nada. Nada. Nada.


En ningun momento pasó por nuestra mente  pensar que no ibamos a conseguir llegar.

Teniamos la certeza como la muerte, que un dia llegará, que llegaríamos a Santiago y , ciertamente, llegamos.


Y sucedieron muchas cosas. Cosas que son dificiles de narrar. El caminar cambió algo en nuestras vidas.

Caminante no hay camino; se hace camino al andar...

En este domingo, día soleado y frio de mediado el mes de enero; me he levantado de la cama tarde.


En realidad me ha despertado el teléfono que estaba sobre la mesilla de noche. Ha sonado y me ha sobresaltado porque en la pantalla de la llamada aparecía el nombre era uno de mis hermanos.


Lo primero que me ha venido a la mente es que había pasado algo. Pero no. Solo era una llamada para preguntar si estaba bien pues eran las 10,30 de la mañana y no había enviado la fotografía del amanecer que normalmente suelo enviar de 7,20 a 8,30 de la mañana, dependiendo de si es día laborable o festivo.

En realidad anoche había tenido cena romántica en casa y se había hecho muy tarde cuando me fui a la cama. Así, que hoy no tenía prisa por levantarme.

Pero mirando el día tan estupendo que se veía por la ventana, pienso que hay que aprovecharlo y cojo cita previa para  las 12 de la mañana para la piscina, sin perder tiempo, preparo la mochila de la piscina y la de la playa y salgo a la calle.

Hace un sol espectacular aunque el día esta frio. Unos ocho grados... Como ya es habitual con la mascarilla en la boca cojo el coche, saludo a mi perrita de peluche que va en el salpicadero, enciendo la radio, suena música country y pongo el volumen muy alto.

He llegado al pabellón de deportes de la universidad, busco en mis bolsillos la tarjeta de acceso y enciendo el teléfono móvil y busco el Certificado de vacunación. Paso el control de acceso y me dirijo al vestuario de la piscina. Apenas hay dos personas cambiándose. Unos que salen y otros que entran. Son las 12,15 de la mañana. Abro la bolsa y saco las chanclas, las pongo en el suelo y empiezo a quitarme toda la ropa que llevo puesta.

En pocos minutos ya estoy con el traje de baño puesto, el gorro y las gafas.., y los tapones de cera para los oídos. Guardo la bolsa de deporte con la ropa en una taquilla y salgo a la sala de la piscina.

Se nota un ligero calorcito en este lugar. Por el amplio ventanal de uno de sus lados entra el sol a través de los cristales. Saludo con la mano en alto al socorrista, que está dentro, de su jaula de cristal en lo alto, controlando lo que sucede en la piscina. Me dirijo a una de las duchas que hay en un lateral y pulso el grifo para que salga el agua. Sale un gran chorro de agua calentita.

Noto como el agua me cubre la cabeza, la espalda, las piernas y deja un rastro de calor hasta caer al suelo. Es una gozada, estoy unos segundos bajo el agua de la ducha mientras miro a la piscina a ver qué calle se encuentra libre.

Hay una persona en cada calle menos en una, la última que esta junto a la pared del vaso de la piscina. Me dirijo a esa calle, me pongo las gafas y me las ajusto bien para que queden herméticas. Por fin me tiro a la piscina…

Un ligero cambio de temperatura abriga todo mi cuerpo mientras, bajo el agua, veo los rayos de sol que entran por el ventanal iluminando todo el fondo de la piscina. El agua trasparente y cálida envuelve todo mi ser mientras la sensación de ingravidez hace volar la imaginación y los recuerdos.

En ese momento no necesito nada más; lo tengo todo y gozo con cada brazada, con cada respiración, con estar viviendo ese instante. Pero la mente, no para ni un momento y llega a mí el recuerdo de una canción, un romance que mi madre, fallecida hace unos años, nos cantaba cuando éramos niños. El Romance del Conde Olinos. Todavía soy capaz de oír la voz de mi madre cuanto la cantaba:

Madrugaba el Conde Olinos mañanita de San Juan a dar agua a su caballo, a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe, canta un hermoso cantar, las aves que iban volando se paraban a escuchar.
Bebe, mi caballo, bebe, Dios te me libre de mal, de los vientos de la tierra y de las furias del mar.
La reina lo estaba oyendo desde su palacio real. Mira, hija, como canta la sirena de la mar.
No es la sirenita, madre, que esa tiene otro cantar, es la voz del Conde Olinos, que me canta a mí un cantar.
Si es la voz del Conde Olinos, yo le mandaré matar, que para casar contigo le falta la sangre real.
No le mande matar, madre, no le mande usted matar, que si mata al Conde Olinos, a mí la muerte me da.
Guardias mandaba la reina al Conde Olinos buscar, que le maten a lanzadas y echen su cuerpo a la mar.
La infantina con gran pena no dejaba de llorar; él murió a la medianoche, y ella a los gallos cantar.
A ella como hija de reyes la entierran en el altar, y a él como hijo de condes cuatro pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco, de él nació un espino alvar; crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar.
La reina, llena de envidia, ambos los mandó cortar, el galán que los cortaba no dejaba de llorar.
De ella naciera una garza, de él un fuerte gavilán, juntos vuelan por el cielo, juntos se van a posar 

Pero tengo la costumbre de desviar el hilo de la narración por derroteros imprevisibles, cuando en realidad, aquí lo que voy a contaros es una etapa del Camino de Santiago.

En realidad la primera, de las programadas, quizás de las más duras. Y yo me pregunto porque dicen que el camino engancha… Es verdad que se dice. 

Y yo creo que engancha porque solo tienes que preocuparte de caminar, de seguir caminando, de ir avanzando. Nada te distrae, solo un paisaje natural espectacular.

La única preocupación es dosificar tu esfuerzo para no tener que parar, para subir una cuesta muy empinada sin desfallecer, o para bajar un monte sin coger demasiada velocidad.



Ha sonado la alarma de despertador en el móvil. Son las 5,50 de la madrugada. Enciendo la luz y me acerco a la cama de mi compañero para decirle que es la hora de levantarnos. 

Sin apenas entretenernos, nos vestimos, recogemos el equipaje y bajamos silenciosos por la escalera de peldaños de madera procurando no hacer ruido para no despertar al resto de los huéspedes. Aunque se ve luz en las rendijas de las puertas de las habitaciones que hace pensar que también han madrugado. Dejamos la llave en el mostrador de recepción, pues no hay nadie en ella, y salimos a la rúa Maior buscando algún bar para desayunar.

La calle peatonal, silenciosa, se va poblando de gente como nosotros, cargados con sus mochilas y bastones en las manos. Enseguida vemos un bar con las luces encendidas y abierto con unas mesas en la calle.

Nos sentamos en una de las mesas del exterior y pedimos café con leche, croissant y zumo de naranja. Mientras desayunamos observamos que hay gente de todo tipo; edades, complexión física... que están haciendo el camino. Las mochilas y los bastones son señas de identidad... Nos llama la atención ver a gente muy mayor y a la vez, a chicos jóvenes que van en grupos, gente de mediana edad en familia... 


Sobre la siete menos cuarto comenzamos a andar e  iniciamos el camino. Suponemos que el camino va en dirección ascendente porque vemos a la gente andar hacia allí. Antes de salir de la población vemos un rótulo de gran tamaño con el nombre del lugar: SARRIA y comenzamos haciéndonos una foto tras el mismo.

Comenzamos a andar y enciendo una aplicación en el teléfono movil para ver si nos orientaba sobre el camino a tomar. Nos damos, al  cuenta al poner el GPS de que nos hemos equivocado de camino y retrocedemos un tramo hasta ver una flecha amarilla,... ya vemos gente caminando en otra dirección. A partir de ese momento casi solo tenemos que seguir las flechas de color amarillo que vamos encontrando pintadas por todas partes, en paredes , suelos, monolitos...

Después de una bajada nos encontramos una zona llana por donde caminamos apaciblemente. Son las siete y cuarto y ya ha amanecido, pero una ligera niebla no deja ver el sol. Caminamos por un camino de tierra rodeados de abundante vegetación y frondosos árboles. El camino se torna paralelo a una vía de ferrocarril. Y tras cruzarla comenzamos a subir. El suave llano deja lugar a una fuerte y prolongada cuesta. La pendiente es muy fuerte, de tal manera que tengo que parar a recuperar aire de vez en cuando. Empiezo a notar el peso de la mochila en mi espalada y la utilidad de los bastones.

Mi compañero ha subido mejor que yo y me espera en lo alto. Hacemos un pequeño receso para hacernos unas fotos en un hito de los que señalan el camino y la distancia que resta hasta Santiago. Sobre un horizonte llano se aprecia el color el amarillento de la hierba seca segada, con un fondo de grandes árboles y un perfil difuminado por la niebla que diluye la masa de árboles con el infinito del cielo.. 

A partir de ahí el camino discurre con suaves bajadas y subidas. El sol sale y deja ver colores verdes luminosos, y a veces brillantes, maizales, campos de berzas... algunos caballos en los prados que se les nota distraídos con el rio de gente peregrina que transita por el camino. 

A veces tengo la sensación de que vamos de excursión, es un rio de gente, casi como una gran romería...Comienzo a escuchar el saludo habitual: “Buen camino “cada vez que alguien se pone a tu altura o te adelanta . 

Encontramos el primer lugar donde te sellan la cartilla credencial. Es una casa llena de suvenires de Santiago que la atiende un “moro”.Este es un señor que pretende venderte algo de su tienda a cambio de ponerte el sello. Después de darnos cuenta de ello, decidimos que no queremos nada y que ya sellaremos en otro lugar. 

Ya llevamos unas horas caminando y encontramos un albergue bar con una amplia zona exterior con mesas para sentarnos y reponer fuerzas...Mi compañero se pone en la cola para pedir el refrigerio y yo busco un lugar donde sentarnos mientras vigilo las mochilas. Encuentro una mesa rectangular donde hay sentadas varias personas pero quedan dos asientos libres, les pido permiso para sentarnos allí y entablo conversación con ellos mientras llega el desayuno.

Aprovecho para hacer unos estiramientos de talones y gemelos que había estudiado antes de emprender el camino como remedio para aliviar las sobrecargas en las piernas. Antes de marcharnos de allí veo que hay un puesto de autosellado de la credencial y aprovechamos para poner el sello.

Estamos en Peruscallo provincia de Lugo. Por el camino coincido muchas veces con una chica que lleva un perro galgo. El perro camina suelto a su lado. Unas veces les adelanto caminando, otras al revés... Ya me ocurre lo mismo con más gente, les veo pasar... les paso caminando. De alguna forma ya somos familiares, nos deseamos buen camino, nos damos ánimos. 


Ya son las 12, 27 horas de la mañana. Llevamos un buen rato por un camino descendiente. Una bajada bastante prolongada. A lo lejos se divisa un pueblo de edificios blancos y con una fisonomía de ciudad moderna. Pienso que se debe tratar de Porto Marín. Me llama la atención que parece una ciudad moderna con edificios en altura y un urbanismo planificado... 

Llevo un rato caminado solo, paso junto a una a una marquesina de una parada de autobús donde están sentados un hombre y una mujer mayores, octogenarios, vestidos de negro y que al saludarles me siguen con la mirada y me desean Buen Camino. 

Un poco más adelante me encuentro a mi compañero que me espera. Caminamos juntos por un camino descendente. La pendiente es prolongada y pronunciada. Llegamos a un angosto y complicado tramo donde es preciso agarrarse a las paredes o apoyarse en los bastones para bajar con seguridad. A pesar de ello el lugar es bonito. Tras un pronunciadísima bajada, el camino cruza la carretera y discurre por un lateral de la misma. Desde allí se divisa una bonita vista de la ciudad al otro lado del rio Miño que en esta zona es un embalse. 

Nos llama la atención una especie de mirador donde hay instalada una campana: Liberty Bell. Nos detenemos y, con el pretexto de hacernos unas fotos, descargo un momento la pesada mochila de mi espalada. 

Ahora, en casa, en el momento de escribir esto,  le he preguntado a Google por esa campana y he encontrado una noticia “Una campana, situada sobre un monolito, hermana a los municipios de Portomarín y O Vicedo y crea un vínculo de unión entre el Camiño Francés y la Costa lucense. "Os pereginos que a toquen non só anuncian a súa chegada a Portomarín, senón que fan a promesa de achegarse ao Fuciño do Porco, un dos referentes paisaxísticos do noso litoral"


Desde este lugar se divisa un puente con unos pilones muy esbeltos y una plataforma muy elevada sobre el nivel del agua debido al bajo nivel de las aguas. También hay otro puente más bajito , resuelto con arcos y que está en desuso, porque , normalmente estaría bajo el nivel del agua. Cruzamos el puente y nos encontramos con Porto Marín.

Bueno, con la entrada del pueblo, que nos recibe con una empinadísima escalera por donde vemos subir a los peregrinos cargados con sus mochilas.  

Son las 12,47 y por el camino hemos tenido la noticia de que había peregrinos confinados en un albergue en Porto Marín por haber dado positivo en covid. Decidimos buscar alojamiento directamente en habitación independiente en hotel, hostal o pensión, dado que los albergues estaban reducidos al 30 por ciento de su capacidad por normativa sanitaria y el riesgo de que alguien diese positivo y nos dejasen confinados. 

Después de un par de llamadas telefónicas, tenemos suerte y encontramos una habitación doble no muy lejos del lugar donde estamos. 

La pensión Baoavista se encuentra en la calle del peregrino, en una de esas viviendas adosadas de planta baja y planta alta, hace esquina y también tiene acceso por la Rua Diputación. Nos instalamos, nos quitamos las zapatillas y nos quedamos descalzos un rato sobre las camas..., en mi caso, era la primera vez que caminaba 25 kilómetros. 

El cuarto de baño es compartido y se encuentra fuera de la habitación en la puerta de enfrente. La habitación tiene una ventana con unas vistas amplias sobre una verde pradera y el río Miño. 

Al salir de la habitación, preguntamos en la recepción a la señora que nos había atendido donde podemos ir a comer y nos indica que en la plaza hay varios restaurantes donde se come bien. Bajamos a la calle y enfilamos la subida por la rúa Diputación hacia la plaza Conde Fenosa. Una plaza con varios edificios singulares entre los que destaca una iglesia con aspecto de fortaleza, la iglesia de San Nicolás. ( la iglesia de San Nicolás, de estilo románico levantada por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, cuyas piedras fueron numeradas y ensambladas de nuevo en su actual emplazamiento ). Que, al igual que todo el pueblo había sido trasladado allí con motivo de la construcción del embalse de Belesar en el rio Miño allá por el año 1962. 

Junto al edificio del ayuntamiento encontramos un restaurante llamado Posada del Camino con una zona exterior porticada, bajo la cual tienen una terraza en la que da sombra. Mientras miramos la carta escrita en una pizarra una señora ha terminado de comer y nos ofrece su mesa que dejará vacante una vez que le cobren, a la vez que nos dice que allí se come muy bien.

Nos sentimos satisfechos de estar sentados, disfrutando de la sombra en este día soleado y radiante del mes de julio, mientras contemplamos el imponente templo de la Iglesia de San Nicolás que capta nuestras miradas. Pedimos comida local; Caldo gallego, salmón con patatas fritas, comida muy abundante y nos daban la opción de repetir en algún plato si nos habíamos quedado con hambre... 

Al terminar la comida, nos vamos a la pensión a descansar un rato y dormir la siesta, la barriga llena y la cerveza, junto con el madrugón y la caminata... nos pedían un rato de relax. 

Hemos entornado la ventana para que deje pasar el aire y no entre demasiada luz. Mi cama esta junto a la ventana y puedo ver por la rendija de las dos hojas entreabiertas. Contemplo unos frondosos árboles que dan una estupenda sombra y sobre la hierba hay una chica joven tumbada. Un poco más allá cuatro personas están merendando alrededor de una mesa. Aunque estoy cansado, no es posible conciliar el sueño. Me mantengo un rato tumbado en la cama, con los ojos cerrados, hasta que mi compañero deja de roncar y se levanta. Nos levantamos y salimos a tomar algo fresco y dar un paseo. Son las 7 de la tarde...Subimos por la rúa Diputación y al llegar la plaza giramos hacia la izquierda paseando bajo unos soportales por la calle General Franco. Encontramos una heladería y pasamos a pedirnos un helado. En la puerta de la heladería veo una foto antigua del pueblo antes del traslado de los años sesenta. Viendo la fotografía comentamos algo en voz alta y pasa a nuestro lado un señor mayor que nos dice que si estamos interesados en ese tema que le acompañemos... Le seguimos caminado bajo los soportales por la calle General Franco, calle arriba, y en la misma acera, pero ya en la plaza del Conde Fenosa saca unas llaves de su bolsillo y abre una puerta acristalada y nos invita a pasar. Entramos y vemos un montón de fotografías antiguas del antiguo pueblo en su localización junto al rio. Allí abajo a la altura del antiguo puente romano... Fotografías de calles, edificios, plazas, fiestas. Este señor había sido el fotógrafo del pueblo y durante muchos años había hecho fotografías de la vida y el lugar. En el momento de escribir esto he buscado en internet y he encontrado documentación sobre este señor. Se trata de Pepe López , conocido como Pereira que a sus 93 años nos comentaba cada detalle de las fotografías. Si deseas curiosear un poco, te recomiendo pinchar en este link que te remite a una noticia de La Voz de Galicia de septiembre de 2021. https://www.lavozdegalicia.es/noticia/lugo/portomarin/2021/09/04/span-langglretratei-casa-casa-pobo-vello-pedra-pedra-traslado-da-igrexaspan/0003_202109L4C8991.htm 

Nos hemos terminado el helado mientras contemplábamos entusiasmados las fotografiase del antiguo Porto Marín, a la vez que atendíamos a las explicaciones del señor Pereira. Le damos las gracias y salimos con intención de visitar el lugar donde estuvo el pueblo ya que el descenso del nivel del agua en el embalse había dejado a la vista el antiguo puente , el malecón y restos de los muros de piedra de las edificaciones. Bajamos por la avenida de Sarria y al llegar a la altura del puente encontramos unas escaleras junto al albergue juvenil Benigno Quiroga y, por ahí, descendemos hasta la orilla del antiguo puente que estaba al descubierto ya que el nivel de las aguas, en esos momentos, era unos metros más abajo de su coronación. Hace una tarde calurosa, aunque ya estemos a las ocho de la tarde, me quito la camiseta y me quedo con el torso descubierto, me hubiese apetecido darme un baño en las tranquilas y pacificas aguas en las que no se movía ni una brizna de viento. Sólo a lo lejos se divisaba una canoa de color naranja a remos de algún aficionado al deporte náutico. Paseamos contemplando piedra a piedra y preguntándonos por las vidas de los miles de peregrinos que habrían pasado por allí. Paseamos sobre el lomo del antiguo puente sintiéndonos pequeños ante las pilas enormes del vecino puente de hormigón que se construyó con el nuevo pueblo.... Continuamos viendo restos de edificaciones, muros de piedra erosionados por el agua que todavía permiten identificar los lugares de las distintas casas que hubo. Descubrimos los restos, la plataforma, restos del templete de los músicos de la plaza. Lugar donde se celebraban las fiestas y se convocaban los lugareños para eventos señalados. Sentado sobre una piedra contemplando la serena tranquilidad del lugar, aparece un señor entrado en años, sobre un quad de tracción a las cuatro ruedas que circula muy despacito entre las piedras y sobre la arenosa rivera del lugar. Se detiene y nos saluda. Entramos en conversación y según nos relata, el había nacido y vivido en ese lugar y todavía venia de vez en cuando a ver los restos de lo que fue la casa de su familia. Nos contó que existío un barquero que hacia servicios para cruzar el rio, la gente que permaneció en su casas hasta el último momento, en que el nivel de las aguas ya iban a cubrirlas... El sol ya está bajando y hay algunos lugares en sombra por los montes que nos rodean... decidimos subir al pueblo nuevo por el mismo camino que hemos venido. Al llegar a la puerta de nuestra pensión vemos que al lado hay un bar que tiene una terraza en la pradera de enfrente y nos sentamos a tomar algo fresco. La verdad es que la temperatura rondaría los treinta y tres grados... Encontramos una mesa libre y nos sentamos. A nuestro lado había otra mesa con unas cuatro o cinco personas. Bueno; peregrinos... se les notaba por su acento andaluz, madrileño, cualquier cosa menos gallego. Además muy sociables. Enseguida entablamos conversación mientras nos tomábamos el granizado de limón. En aquella mesa se habían juntado unos primos que Vivian en ciudades lejanas y se habían encontrado casualmente haciendo el camino de Santiago sin saber que ambos iban a hacerlo. También estaba Cristina que casualmente era de Castellón. Había una jovenzuela que tenía mucho interés por mi amigo. Se la notaba ávida y vivamente emocionada cuando descubrió una afición común por el cantante El Barrio.

martes, 14 de septiembre de 2021

EN UN BOTE DE VELA A LA MAR ME TIRO...

 

El domingo pasado estando en la playa con mi hijo, a eso del medio día, vemos como un apuesto velero traspasa la linea imaginaria de las boyas que delimitan las zonas de baño y se dirige a la orilla. Nos llama la  atención. Pero mucho mas captó nuestra atención cuando repentinamente el barco se detiene encayado en un banco de arena. Esto nos mantuvo entretenidos practicamente todo el día, hasta que sobre las siete de la tarde vino un barco y logró rescatarlo de su prisión... No se porqué me vino el recuerdo de  una antigua canción a la cabeza. Una canción que escuchaba a alguno de mis hermanos mayores tararear,  cuya letra decia algo asi:

En un bote de vela a la mar me tiro

que me lleve el viento muy lejos contigo

en un bote de vela sin ancla y compás

rumbo a no se donde , quiero naufragar.

a unas de esas islas muy lejos de aqui

donde tu y yo solos podamos vivir...


Y despues me he dado cuenta que tras un ritmo fresco, veraniego como de cumbia... hay una bella historia de amor.

El relato que viene a continuación es, en el fondo, lo mismo. El bote de vela sin rumbo fijo y sin computo de distancias ni tiempos.En soledad.  Vida  vivida en esos mismos momentos en que se desarrollaba con los sentidos a flor de piel abiertos al devenir del momento.  

Vamos a llamar a las cosas por su nombre:

CAMINO DE SANTIAGO


Ha sonado la alarma del móvil, rapidamente he encendido la luz y le he dado a repetir en cinco minutos. Son las seis de la mañana. Por la ventana con la persiana abierta apenas entra luz del amanecer... He abierto los ojos y me noto cansando y con pereza; no he descansado muy bien.

Supongo que me dormí pensando en que me tenia que despertar muy pronto y levantarme sin dilación; levantarme , recoger las cosas del equipaje y salir de casa sin demora. Supongo que eso me ha tenido en vilo toda la noche.


Me levanto y me voy al baño. Me doy una ducha, para espabilarme un poco y coger algo de energia. En el trayecto, desnudo y descalzo por el pasillo miro, la habitación donde he dejado preparado el equipaje sobre la cama y voy dandole vueltas a la cabeza a la idea de que si se me habrá olvidado algo que luego vaya a echar en falta...

Me visto con una camiseta y un pantalón corto y las zapatillas de treking que utilizaré durante los proximos días. Tengo la idea de que mis pies tienen que acostumbrarse a las zapatillas con naturalidad. Por eso voy a conducir con ellas.


Inhalo el broncodilatador, me tomo las capsulas de colageno, el ginseng con ginko, y un café con leche. Cierro persianas de ventanas, apago todas las luces mientras voy saliendo de casa...

Por fin he salido a la calle con la mochila en la espalda, los bastones telescopicos en la mano y la bolsa de plático de Mercadona con unas frutas, chocolate de 85 por ciento de cacao y dos botellas de litro de bebida isotónica. Sobre el horizonte se aprecia como el color azul del cielo va aclarando . La calle está vacia y el silencio que llena todo el espacio, sólo roto por un cri-cri-cri muy agudo del canto de los grillos, impone una tranquila serenidad.

Son las seis y veitidos de la mañana del domingo dieciocho de julio, con veintidos minutos de retraso sobre lo previsto, me dirijo a coger el coche. Ya está amaneciendo y el alba despunta en lo alto del horizonte, cada vez mas veloz, con sus muchos y variados tonos de colores celestes . Abro el maletero del coche e introduzco el equipaje .

Un poquito antes, a las seis y dieciseis recibo una llamada de telefono que apenas puedo atender : me dice que ya ha cogido el tren en Castellón y va camino de Valencia. Le respondo que en este momento no puedo hablar. Que ahora le llamo...

Pongo el coche en marcha y marco el numero de telefono para responder yo a la llamada telefónica de antes. Hablo con mi amigo y le digo que voy en el coche, en camino, que quizas llegue un poco mas tarde de lo previsto.

Ya en la utovía, la carretera está practicamente vacía, no hay tráfico, el paisaje se mueve veloz fuera de los cristales de mi coche y las rayas de pintura que forman la señalización horizontal de los carriles de circulación casi simulan un linea continua...

Sintonizo una emisora de radio clasica mientras al pasar alrededor de la ciudad de Ibi, mi perrita de peluche que me acompaña y viaja sobre el salpicadero del coche, me llama la atención. Son las seis treinta y nueve y ya el día esta desplazando a la noche dejando divisar un paisaje mucho mas amplio con el monte de la Carrasqueta al fondo. Me doy cuenta que ya he empezado el camino...



La carretera sigue casi vacía, apenas hay trafico. Es domingo y a esas horas la gente sigue durmiendo... Voy pensando en como llegar a la Estación del Norte de la ciudad de Valencia sin dar muchas vueltas y sin perder mucho tiempo... La verdad es que apenas he estado en esa estación en dos o tres ocasiones y siempre habia llegado a ella en el tren. Ha sido la puerta de la ciudad de Valencia para mi en esas ocasiones. De ella solo recuerdo que tiene un hall con la paredes y techos decorados con cerámica muy bonita. Pero nunca he accedido a ella en coche... Tendré que poner en marcha el navegador de Google para no errar y perder tiempo. Ya voy con retraso...

Conmigo viaja la ilusión y la alegria de comenzar un viaje que, a priori se presenta dificil, con la incertidumbre de si podré andar todos los kilometros todos los dias y dia tras dia, pero con la emoción de la primera vez y la aventura de lo desconocido.

Iré con un amigo que apenas conozco, tan solo hemos tenido conversaciones de whatsapp, algunas telefonicas, y unas horas cara a cara en las que comimos juntos y pasamos un rato de sobremesa.

Apenas nos conocemos, pero me cae muy bien y tenemos en común la idea de hacer el Camino de Santiago.

Ya entrado en Valencia, en la avenida de Ausias March , detengo un momento el coche para localizar en Google Maps la Estación del Norte . La señalo y pregunto como llegar... No estoy muy lejos.

Llego a la estacion del norte con 20 minutos de retraso sobre la hora prevista. Mi amigo me habia llamado para preguntarme por donde iba y le digo que estoy llegando...Despues de un momento ya veo la estación y me detengo en la puerta. Mi amigo me esperaba, me ve y se acerca al coche. Detengo el coche , pongo el warning y me bajo. Nos saludamos un poco confusos por el covid...no sabia si darle la mano, un abrazo , unos besos.. Durante unos segundos dudo en la forma de saludarnos , creo que nos dimo el codo. A continuación abrimos el maletero del coche y guardamos su mochila.

Nuevamente vuelvo a hacer uso de Google Maps para salir de la ciudad, en esta ocasión el destino es Madrid. Facilmente cogemos la salida de la ciudad y nos encontramos en la autovía en dirección Madrid. Ya hay un trafico mas intenso, son las ocho y media de la mañana.

Por el camino no paramos de hablar, uno y otro. Alternamos comentarios sobre los lugares por donde psamos con comentarios de retazos de nuestra vida personal.


Pronto llegamos a Madrid , apenas nos hemos enterado del viaje, hemos hecho antes de llegar a Madrid, una pequeña parada en un area de servicio para mear.

Cruzamos Madrid por la M-30 y continuamos viaje por la A6 en dirección a Galicia. La conversacion ha sido muy fluida y el viaje muy ameno.


Sobre la una y media pienso que estamos a medio camino y que debemos parar a comer algo. La idea es llegar a Sarria sobre la siete de la tarde. Estamos llegando a Arevalo , y decidimos entrar en la ciudad para comer. Hace mucho calor...aunque dentro del coche no se nota.


Sobre las dos conseguimos mesa en la terraza de un restaurante y ya nos encontramos sentados. En una terraza en un restaurante de Arevalo, en la provincia de Ávila, para comer. Hace bastante calor, alrededor de 36 grados. Despues de comer damos un pequeño paseo por el pueblo para buscar un cajero automatico y descubrimos que tiene un centro historico bastante bonito. Tambien nos llama la atencion una locomotora de ferrocarril instalada en un parque como homenaje a este medio de transporte


Sobre las tres de la tarde decidimos continuar el viaje . Al coger de nuevo el coche cambiamos de conductor. Coge el volante mi amigo y yo me pongo en el asiento del copiloto para descansar un poco y de esta manera puedo apreciar mejor el paisaje.

A las cuatro de la tarde paramos en una estación de servicio para repostar. Estamos en Bembibre, en la comarca del Bierzo, provincia de León. Tras un breve receso para tomar un refresco . Nuevamente emprendremos viaje.

A las las cuatro y veinticinco, mi perrita que viaja sobre el salpicadero del coche me vuelve a llamar la tención. El termometro del coche marca 34 grados.



Poco a poco va cambiando el paisaje, hemos pasado de Castilla a Galicia, de los campos amarillos y ocres a los campos verdes y grises de la pizarra. Estamos ya en la provincia de Lugo...

Sobre las siete y media de la tarde nos encontramos parados frente a la puerta del garaje donde vamos a dejar el vehiculo durante una semana hasta nuestro regreso. Estamos en Sarria.

Llamo al propietario del garaje por telefono y me dice que viene de camino para abrirnos. Por fin hemos dejado el coche en el garaje. Cogemos las mochilas y los bastones y la bolsa de la fruta y nos dirigimos andando a buscar el hostal donde teniamos resevada una habitación. Tengo la sensación de que a partir deese momento toda mi hacienda se reduce a una mochila con cuatro camisetas, ropa interior y un par de pantalones, un chubasquero, un telefono movil y poco mas...

Hace todavía mucho calor...A las ocho menos diez estamos subiendo las escalinatas de la Rua Maior en busca de la Pensión El Bordón del Batallón donde tenemos reservada una habitación .

Recorremos la Rua Maior de abajo arriba buscando la pensión y nos pasamos de largo... Volvemos a retroceder y por fin la encontramos.

Ya en el hostal lo primero que hacemos es preguntar por la compostela, el recepcionista de entrada, de forma imperiosa trata de aclararnos los conceptos.Que no confundamos la compostelana, la compostela y la credencial.

Compostelana es una moza, señora, mujer o niña natural de Santiago de Compostela.

Credencial es el documento que a modo de pasaporte va recibiendo los sellos de los lugares por donde pasaremos haciendo el Camino de Santiago. Ha de terner al menos dos sellos por fecha.



La Compostela es el documento que te dan en la Oficina del Peregrino y que acredita que has hecho el Camino de Santiago.

Pensión El Bordón del Batallón, es un edificio de mas de cien años, con escalera de peldaños de madera y tiene una tipología de edificio de viviendas adaptado a pensión. Subimos tras el recepcionista que nos abre una puerta en el rellano de la pimera planta. Nos dice que esa puerta no usa llave. Entramos en un pasillo a la izquierda hasta un saloncito a traves del cual accedemos a nuestra habitación que es interior. Los suelos de madera , la altura de los techos , la carpinteria y el mobiliario nos llevan a otra época que bien podria esta situado a finales del siglo XIX.

La habitación que nos han asignado no da a la calle, tiene una ventana con una cortina que comunica con una especie comedor que tiene un amplio ventanal a la Rua Maior. Desde esa ventana se pueden ver los tejados inclinados de losas de pizarra rudimentariamente cortadas de los edificios de enfrente.




Al salir, preguntamos al recepcionista por algun lugar para tomar algo de cena. Nos indica varios... Siguiendo sus indicaciones llegamos  un apacible lugar donde conseguimos una mesa y nos sentamos. Se trata del restaurante “A Travesía dos Soños” . Bajo la sombra de frondosos árboles, hay mesas esparcidas y distanciadas por toda la plazuela. El camarero va y viene presuroso desde el local que se encuentra a unos 30 metros mas abajo. En ese momento me encuentro feliz. Es una noche de verano cenando en un tranquilo lugar , con una tenue luz , una brisa fresca y una agradable compañía.  










jueves, 16 de abril de 2020

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Siento la necesidad de un consumo desmesurado de devorar conocimientos, libros, películas, teatro, cine, música, pinturas, cultura...necesidad de hacer deporte y de comer sano para mantenerme en buen estado de salud. Necesidad de evitar la ansiedad de la situación. Necesidad de   que hagamos todo lo posible por entretenernos y no darnos cuenta del confinamiento colectivo al que estamos sometidos con motivo de la pandemia del coronavirus covid-19.

Hoy por casualidad me he encontrado con la palabra “procastinar” y he tenido que buscar su significado en Internet que es la enciclopedia del siglo XXI. Y es por ello que no he querido dejar para después eso de escribir y dejar mi huella (no se por cuanto tiempo) en el espacio virtual de este mundo que llaman Internet.

Sin embargo; la necesidad de detener el tiempo en un instante de armonía , de tranquilidad, de paz me ha hecho rebuscar en mi memoria retazos de mis vivencias vividas, gozadas y posiblemente cargadas de felicidad.


Hay veces en las que recuerdo con nostalgia aquella época de mi vida, en mi niñez, en que los días comenzaban con el amanecer y terminaban al anochecer. Así de sencillo. Tal como suena. Las cosas sucedían sin cuestionarnos nada.Estoy hablando de mi niñez, de los ocho o nueve años. O por ahí, no se con precisión.

Y en aquella época, de verano, en que el mundo empezaba , cada mañana, a girar con mi aro de una llanta vieja de bicicleta cuando salía corriendo de casa de mis padres a encontrarme con algún amigo. Y le encontraba y seguíamos corriendo cada uno con su aro en busca de mas amigos...
Los días sucedían llenos de acontecimientos y aventuras en un mundo en el que todo o casi todo estaba por descubrir.

Sin embargo a la hora de la siesta hacia tanto calor que no nos dejaban salir de la habitación donde dormíamos, hasta después de las cinco de la tarde. Y salíamos a la calle con la merienda en la mano y sin correr.
A veces me iba con mi amigo el de la lechería a recoger la vacas que estaban en algún prado. Había que llevarlas a la cuadra para que les sacasen la leche que mas tarde podías comprar recién ordeñada. Era curioso porque las vacas estaban bautizadas con nombres de artistas de la época la BB (Bigitte Bardot), la CC ( Claudia Cardinale)la Sofia Loren, Sara Montiel... y no voy a decir porque atributos de las vacas que tenían su homologo en las artistas de cine porque cuando me explicaban el nombre de cada vaca había cierta sonrisa de complicidad.

Pero, la atención plena (hoy le llamaríamos mindfulness) se producía cuando alrededor de un hermoso transistor se reunían las mujeres vecinas , en la postsiesta a la sombra, en la puerta de la casa, para coser , hablar de sus cosas y escuchar a la Señorita Elena Francis en su consultorio. Eran problemas muy graves los de las consultas y las respuestas que eran consejos siempre muy apreciados. Definian el modelo de mujer como deben ser, como mandan las buenas costumbres y reconducía descarriadas hacia la mujer modélica que era como la que Dios manda.


Pero, quizás el momento culminante del día, fuese cuando llegaba el coche de linea. A eso de las ocho de la tarde íbamos donde paraba el autobús a mirar quien venia ,y antes de que el viajero llegase a su casa ya se había corrido la voz en todo el pueblo anunciando la llegada de fulanito o menganito..

El tiempo transcurría sin preocupaciones entre el amanecer y el atardecer.Crecíamos a merced de un mundo cuyas únicas fronteras eran hasta donde llegaba el horizonte de nuestras miradas. Y nuestras miradas tropezaban con las montañas. Las montañas detrás de la cuales había mas mundo pero estaban mas allá de nuestra vista y de nuestra vida cotidiana.Con saber el nombre de los pueblecitos que se veían diseminados en las montañas de nuestro alrededor y a los cuales podíamos ir cuando fuese su fiesta ya sabíamos todo de geografía...
Si, había un calendario de fiestas de cada pueblo. Al fin y al cabo... eran los únicos eventos que podían motivar una salida de nuestro pueblo. Y no siempre íbamos o nos llevaban. Porque muchas veces íbamos andando, en grupo con algunos mas mayores que hacían labores de custodia con los más pequeños.

Y ,en realidad, cuando empece a escribir esto tan solo estaba buscando relatar cual es la pagina principal de mi vida. Una vida que, como todas las de la gente de mi edad, tiene muchas paginas escritas en la memoria y otras todavía en blanco porque no ha llegado el momento.

Y , llegado a este punto, os tengo que decir que la pagina principal de mi vida es la de hoy. Si; la vida que vivo, la que respiro, la que disfruto.
En alguna parte leí una vez algo así como: “toda la sabiduría del mundo se resume en tres palabras: vivir el instante”. Y esa en mi pagina principal.

sábado, 11 de abril de 2020

CHINOS Y CRISTIANOS




Hace unos días, circulaba por los medios informativos españoles un concepto salvador : las Arcas de Noé . Como lugares de recogimiento o confinamiento para personas infectadas por covid- 19 . Para pasar allí el periodo de evolución de la infección y no contaminar al resto de la población. Quizás en sentido inverso al explicado el la Historia Sagrada con respecto del Diluvio Universal.

Por otro lado, con cierto paralelismo con la idea de un diluvio universal, también se decía..., no sin cierta sorna, que la señal de que se podía salir de casa, del confinamiento , con tranquilidad de que todo había pasado, sería cuando viésemos que las tiendas de los chinos, los bazares multicosas, abrían. Sería algo así como cuando Noé soltó una paloma desde el Arca y esta regresó con una ramita de olivo en el pico .

Pero, no hemos de olvidar que estamos recluidos en casa, atemorizados, tras un diluvio de informaciones trájicas y tormentas de desinformaciones interesadas lanzadas desde algunos sectores reaccionarios de la sociedad.

Con todo ello, cada cual, lo pasa como puede... todos estamos convencidos de que no queda otro remedio... y atendiendo a una ley natural... acabamos adaptándonos al medio ambiente en que nos ha tocado vivir. Y este presente es lo que tenemos. Ayer, el mes pasado, al año pasado... pasado está. Mañana, pasado mañana, el mes próximo, el año que viene... sabe Dios que pasará.

Por ello, aquí y ahora, nos empeñamos en vivir el día como si fuese único. Y en realidad lo es... Pero es una forma de hablar mas bien como si fuese el último. No podemos olvidar la cantidad de gente que se ha quedado en el camino... y las tristeza de sus familiares y allegados que no han podido acompañarles en sus últimos momentos.
Para los que tienen fe, o son creyentes, de cualquier religión monoteísta, existe una resurrección. Para mucha gente, tan solo han pasado a otra dimensión o forma de vida; quizás a una reencarnación...


Nos hemos perdido, las Fallas de Valencia, los moros y Cristianos de Villafranqueza, La Semana Santa, la Liga de Fútbol, las horas de entrenamiento en los gyms , las salidas a pasear , a tomar el sol, el tardeo en Alicante , nos pederemos las fiestas de San Vicente, los Moros y Cristianos de Alcoy , la Santa Faz de Alicante , La Feria de Abril de Sevilla , La Romería del Rocío a Ayamonte, Las Hogueras de San Juan de Alicante , posiblemente los San Fermines de Pamplona... y no se cuantas cosas más.

Ya la vista se nos gira hacia China, un país inmenso, no muy conocido por lo lejano...quizás porque la imagen que teníamos de China fuese anterior al último emperador..., quizás porque trabajan como chinos... pasaron de ser restaurantes baratos y con fama de dudosa calidad a bazares multiproductos donde encontrar todo lo que buscábamos a precios increíblemente baratos... Por ello los chinos siempre tan amables y serviciales en sus comercios no son comprendidos quizás por las diferencias culturales tan grandes en nuestros orígenes y quizás también porque mantienen su idioma y su cultura sin olvidar sus lugares de procedencia.

Hoy son como el alfa y omega del COVID-19 . Allí, en China  se inició la pandemia y allí, de momento, finalizó. Y hay gente   ahora que hacen el símil de los chinos con la paloma que Noé echó a volar. Paloma  que trajo en el pico una ramita de olivo para significar que  no hay peligro fuera  de de nuestros refugios domésticos..., de nuestras arcas de Noé 

Por eso, pienso yo, cuando esto acabe, que deberíamos crear una fiesta conmemorativa del fin de la pandemia, similar a la de los moros y cristianos; podríamos llamarla CHINOS Y CRISTIANOS.