Acabo
de darme cuenta de que
vivo
en peligro de muerte.
Si.
Como si nunca lo hubiese estado
Como
si nunca me hubiera parado a pensarlo....
Y
es que ahora, que se
que
no hay nadie esperándome
y
que si me espera...
deberá
seguir esperando
y
que la espera... desespera.
Ahora
que el tiempo ya no me importa,
que
no corre y si corre... que corra.
Ahora
que la calle y el mundo exterior
es
algo prohibido, vetado, peligroso.
Ahora
que la calle esta controlada
por
policías y militares.
Ahora
que estamos en guerra
contra
un enemigo de todos
un
enemigo invisible
que
puede estar
en
nuestro ser mas querido,
en
nuestro mejor amigo,
en
el objeto mas deseado..
Este
enemigo que nos separa
del
resto de los humanos,
padres,
hijos, hermanos,
familiares,
amigos, amantes...
Esta
guerra silenciosa que nos deja solos
ante
nosotros mismos
y
acaba entristeciéndonos.
Porque
nos hace desconfiar
de
todos:
del
que tose, tiene fiebre o mala cara
del
dentista, del peluquero, del cartero...
Esta
guerra que coarta nuestros planes
y
nos doblega y
coarta
nuestras ilusiones.
Y
nos recuerda
y
nos hace parar y pensar que
estamos
en peligro de muerte.
Como
si la muerte fuese algo malo
Como
si la muerte se pudiera evitar
Como
si la muerte se pudiera aplazar.
La
muerte no es nada malo.
No
es nada de que avergonzarse.
Lo
malo es el dolor, el hambre, el frió, la enfermedad, el sufrimiento,
la soledad.
La
muerte es la secuencia cierta
desde
que nacemos.
Consecuencia de haber nacido.
¿porque
preocuparse?
Así,
en este estado de las cosas...
si
la naturaleza es sabia.
Ella
sabrá porque hace lo que hace.
Vamos;
que como dice un refrán popular:
lo
que tenga que ser, será.
Y en este confinamiento forzado
por
ti y por mi, por todos
haces
cosas como pararte a pensar
y
piensas que...
vivo
en peligro de muerte.
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