martes, 2 de febrero de 2010

Me siento perdido


Cincuenta y tres años tengo. De ellos quizás recuerde consciente, unos cuarenta y siete mas o menos. Mi infancia y adolescencia transcurrió entre mis numerosos hermanos, todos mayores que yo menos uno. Uno de mis relatos favoritos consistía en contar a mis flamantes nuevos amigos el nombre y la edad por orden de nacimiento de todos mis hermanos. El nombre y una pequeña reseña de que lo hacían, de lo que estudiaban, de alguna afición o característica de cada uno de ellos.
Estaba orgulloso de mi familia, de mi madre que nos había criado a todos sin parar de trabajar en la escuela, que nos había infundido a todos esa bondad, paciencia, espíritu de lucha y sacrificio de una forma natural.

El mayor de mis hermanos fue perito, digo fue porque murió en la víspera de nochebuena del año 2008. Era ordenado, metódico, trabajador, vivió con una tía nuestra en Madrid toda su infancia y juventud hasta que se casó. Venía a casa de mis padres en vacaciones y ya de mayor y casado nos enviaba siempre mazapanes de la Rioja por Navidad. Después los envió siempre a casa de mamá todos los años por Navidad.El año que murió de forma repentina, ya había enviado los mazapanes por correo y esas Navidades fueron las mas tristes que he pasado.

Mi hermano numero cinco vivió en casa de mis padres con todos los demás. La escasez de una familia numerosa no le impidió estudiar varias carreras. Se hizo maestro, licenciado y después doctor. Llego a catedrático de universidad con 33 años. Escribió muchos libros y murió, también de forma repentina, el 12 de septiembre del año 2009. Para mi fue un modelo del que copie muchas cosas; una referencia para orientarme en muchos aspectos de mi vida. Pocas veces he hablado con el de asuntos personales íntimos, pero no ha hecho falta. Siempre ha estado disponible para atender mis necesidades o las de cualquier otro miembro de la familia. Han pasado cuatro meses desde su muerte y muchos días me despierto pensando en él y revelándome contra la convicción de que ha muerto. La idea de su muerte me entristece y aunque ahora me haya dado por leer algunos de sus libros, no puedo dejar de sentirme perdido.

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