Quizás he necesitado mucho tiempo para darme cuenta de que la vida es algo dinámico, en constante movimiento. O te mueves tú, o, de todos modos, se mueve lo demás.
Y llega un momento, quizás un instante, en el que quisieras detener o detenerte. Quizás estés tan a gusto que quisieras eternizar ese bienestar. Pero no es posible, no se puede congelar el tiempo. No hay detención posible. Sólo el recuerdo es capaz de retener lo vivido, lo soñado. Y recordar es mirar al pasado, mirar hacia atrás…
Si la vida no se puede congelar, congelemos lo demás. Hagamos cosas que perduren más allá de nuestra existencia. ¿Qué hacer que sea duradero y no lo puedan deshacer los demás, los que vengan detrás…? Algunos construyeron pirámides y dejaron eterna la idea de la obra faraónica… Ello con tener una durabilidad grande (por tamaño) no es eterno. El Faro de Alejandría, el Coloso de Rodas o los Jardines Colgantes de Babilonia sólo existen ya en el recuerdo colectivo.
Pero lo efímero y lo permanente es cuestión de una escala de tiempos. Lo que para unos es mucho para otros es poco; todo es relativo.
Desde de mi punto de vista, que es desde donde veo, el tiempo tiene una limitación máxima que es la duración de mi vida. Antes del nacimiento y después de la muerte, la escala de tiempos no tiene valores por indeterminada y desconocida; por falta de referencias…
Pero, y siempre hay un pero, aquí venimos a considerar la modernidad de lo efímero, del instante de vida vivida. Es moderno un atardecer del mes de agosto con el sol en tonos anaranjados reflejados sobre el agua quieta de las salinas mientras los flamencos con sus largas patas metidas en las aguas poco profundas, picotean en el fondo.
De lo permanente no puedo hablar porque, en caso de existir, su existencia física es una utopía, es algo obsoleto, con un uso ya fuera de lugar y anacrónico.
Es algo obsoleto una máquina de escribir, un molino de agua, una máquina de vapor, una paloma mensajera…, una imprenta, una trilla y una era.
Sin embargo, lo moderno que fue en su día tenía que ver con la innovación, lo nunca visto, lo que nace de la mirada curiosa e investigadora y la necesidad de llenar de sentido el paso de lo efímero a lo permanente; el paso de lo material a lo inmaterial.
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