Este verano me he quedado con las ganas de hacer el Camino de Santiago en bicicleta. No estaba en forma para cargar con las alforjas y enfilar los caminos con la orografía de las tierras del norte...
Sin embargo si me he acercado a la bicicleta en mis días libres y he redescubierto la geografía del paisaje a otra escala de tiempo. A otra escala de velocidad. Y he empezado por mi pueblo natal al que pertenece esta fotografía ...
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Sobre estas lineas, una vista de la presa del Atazar desde la carretera de Robledillo de la Jara. Aquí he apreciado el olor de la jara, el tomillo, el romero, la salvia. Se me han cruzado muchas veces conejos, liebres, algún zorrillo, ardillas y algún que otro perro me ha salido al paso ladrandome.
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He percibido el placer de una sombra a la vera de la laguna salada de la Mata en Torrevieja. El placer del sol tenue y de luz anaranjada de la caída de la tarde.
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El placer de contemplar el paisaje abierto e infinito del mar desde lo alto del cabo de Santa Pola
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El paisaje apenas urbano que se puede contemplar paseando por los márgenes del río Segura. Desde su desembocadura hasta Orihuela. Con vestigios de su historia todavía vivos como la Noria de Benijófar o el puente de Carlos III de Rojales.
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Y por supuesto la zóna húmeda del parque natural de Santa Pola. Una imagen vale más que mil palabras...
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Otro paseo interesantísimo es la Vía Verde que han construido aprovechando el trazado del frustrado ferrocarril entre Alicante y Alcoy. Un paseo de unos 22 kilómetros que te lleva a través de puentes, túneles y viaductos por un paisaje de montaña...
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La Isleta de Campello coronada por el yacimiento arqueologico que ahora se muestra al público y que son la antesala de lo que la gente del lugar llama Baños de la Reina.
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